Después de un año de pandemia, una de las lecciones irrebatibles que deja la crisis es la necesidad urgente por parte del tejido empresarial de adecuar sus estructuras y ajustar sus operaciones a un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA). Sin este acomodo será prácticamente imposible sobrevivir al presente y pensar, con ciertas garantías, en el futuro.

La covid-19 ha cambiado las reglas del juego, trastocado hábitos y alterado prioridades, cortocircuitando aquellos modelos de gestión empresarial más tradicionales. Una emergencia inesperada en forma de virus global ha precipitado consecuencias nefastas para la actividad económica, causando profundas cicatrices materiales y heridas intangibles en la estrategia de negocio de la mayoría de las organizaciones de todo el mundo.

Ante esta derivada todavía inconclusa, consejos de administración y equipos directivos han tenido que priorizar el ahora, encarando los retos financieros, operativos y organizacionales propiciados por la pandemia. Remodelar sus rutinas profesionales, reestructurarse e innovar, para ofrecer respuesta inmediata a una demanda dinámica, en evolución continua. Adaptarse a las necesidades cambiantes de todas las partes implicadas (trabajadores, proveedores, clientes, accionistas…) y establecer, sin apenas margen de maniobra y error, nuevas formas para subsistir y crecer. Todo ello con el objetivo inalienable de gestionar de la mejor manera posible el shockeconómico y humano causado por esta crisis sistémica.

 

Desafío y ventana de oportunidad.

En un primer momento, confinamiento y distancia social, entre otros factores, forzaron a un gran número de compañías a cambiar su manera de trabajar, conminándolas a reinventarse sin paliativos.

Superada esta etapa inicial de desconcierto y adaptación, gran parte del armazón corporativo comienza a recobrar el pulso, transitando hacia la remontada. En este viaje no exento de dificultades, las organizaciones se enfrentan al reto de dotarse con un plan de reinvención que mire al mañana, que sea capaz de plantarle cara a nuevas amenazas latentes y, al mismo tiempo, genere oportunidades.

La lectura del momento invita a pensar que el futuro a corto y medio plazo de las organizaciones poco o nada tendrá que ver con las prácticas, comportamientos y valores empresariales precovid. En línea con el auge de los criterios ESG y las políticas corporativas socialmente responsables, el empresariado en su conjunto es plenamente consciente de la importancia de saber gestionar adecuadamente una crisis tan inesperada y contundente como la actual para capitalizarla y salir reforzado. Incorporar estas pautas a su estrategia, a todos los estamentos y áreas de actividad será capital para el éxito de sus negocios.

La fisionomía del mercado laboral está inmersa en un proceso de transformación constante. La pandemia ha propiciado una metamorfosis organizacional sin parangón, el rediseño de nuestra forma de trabajar, de relacionarnos. Con ella han emergido nuevos paradigmas de gestión, antaño bastante improbables, y que, en días todavía convulsos, tienen marchamo de permanencia.

Una de las mejores maneras de cortar las ataduras del pasado consiste en superar modelos de organización rígidos y estáticos, sistemas dogmáticos cimentados sobre el conservadurismo, que además de constreñir la actividad, minan el desarrollo empresarial. ¿La forma de hacerlo? Dando entrada a propuestas menos convencionales, más ágiles, digitales, con mayores cuotas de innovación, que abandonan su carácter hermético para amoldarse al ritmo que dictan los mercados, a la cadencia que impone una nueva ‘normalidad’ que continúa concretándose cada día que pasa. Y todo ello con un horizonte temporal que trascienda a la propia emergencia decretada por el coronavirus.

Un entorno, en la era de la economía colaborativa (gig economy), en el que empieza a apreciarse cierta fragmentación de los centros de trabajo y se difumina un tanto la relación tradicional entre empleadores y empleados. La marcada jerarquía o la privacidad, entre otros ingredientes, dejan paso de una forma gradual a una autoridad distribuida basada en roles y responsabilidades; a mayores dosis de transparencia y una participación -de todos- más activa.

En este sentido, la tecnología tiene mucho que aportar. Con el tiempo, se abren camino nuevas formas de trabajo más flexibles como el smart working (ofreciendo a los trabajadores autonomía y flexibilidad en relación al lugar, tiempos y herramientas), el crowd employment(plataforma en línea que conecta a empresas y trabajadores con otras compañías y profesionales que proporcionan productos y servicios específicos), el job sharing (compartir puesto y sueldo) o el casual work (una suerte de trabajo temporal en el que solo se contrata para suplir necesidades puntuales), etc.

Igualmente, ante este panorama de incertidumbre, un gran número de empresas, muchas de ellas emergentes, ha optado por migrar al mundo online y desenvolverse por completo en la esfera digital, llegando a convertirse en ejemplos de compañías resilientes, prometedoras y con gran atractivo para trabajar. Un ranking confeccionado por LinkedIn que encabezan ThePowerMBA, Colvin y Factorial HR. Renovarse o morir.

Ahora, pues, con una mayor perspectiva, la experiencia vivida permite que surjan enfoques y planteamientos vanguardistas en la esfera del management que, bien conjugados, ayudarán a atenuar la exposición financiera y operacional, al tiempo que alientan una oportunidad de cara a profundizar en el cambio (en las creencias, en los valores…) y su sostenibilidad en el tiempo.

 

Apuesta por la persona.

Las empresas saben que ha llegado la hora de repensar su papel en esta nueva normalidad, potenciando su rol como agentes transformadores con gran impacto social. Llegados a este punto, es momento de que las organizaciones analicen las implicaciones que deja la crisis y se cuestionen cómo será, o debería ser, la gestión del cambio organizacional pospandemia y cómo afecta esta transformación al liderazgo y al trabajo en equipo.

Desde un punto de vista funcional, la persona, el talento, un capital humano diverso e inclusivo, seguirá constituyendo el mayor activo estratégico de cualquier compañía; un motor para mantener la actividad y crear valor diferencial. Y, como tal, es fundamental implementar líneas de actuación flexibles y en sintonía con los nuevos tiempos que velen por el mantenimiento del empleo y la salud de los trabajadores. Una prioridad incuestionable.

Sistemas de gestión que, además de confiar en su saber hacer, en sus capacidades (competencias digitales y dominio de herramientas tecnológicas, en gran medida), sean capaces de incentivar y dar un mayor peso a las habilidades sociales (soft skills); de estimular su participación en la toma de decisiones, afianzando el compromiso de las personas con el proyecto empresarial. La formación continuada, la adaptación de esas destrezas a su desempeño será crucial para construir empresas competitivas. Todo ello, además, dentro de un esquema que fomente el equilibrio de la vida profesional, personal y familiar (conciliación, horarios flexibles…), que vele por su seguridad, por su protección en la vuelta a las oficinas y les permita llevar a cabo su trabajo de la mejor manera. Sin duda, una gran ventaja competitiva para forjar compañías más sólidas que aspiren a posicionarse con solvencia en los mercados.

Con el foco en la tecnología.

La transformación digital en marcha en la esfera de los negocios, incipiente todavía en muchos casos, ha sufrido un drástico cambio de ritmo con la irrupción de la pandemia. Una circunstancia que ha obligado a gran parte del entramado empresarial a adoptar, en un tiempo récord, nuevos estándares, nuevas formas de trabajar, con el teletrabajo como punta de lanza.

En el caso del trabajo en remoto, el Banco de España afirma en un sondeo realizado entre un grupo de empresas como el 80% de la muestra ha incrementado esta modalidad “con el fin de que su actividad se resienta lo menos posible en la situación actual”. Del lado de los trabajadores, un 51% de los encuestados por la consultora Bain & Company prefiere el teletrabajo, frente a un 25% que sigue decantándose por hacerlo presencialmente; y un 68% declara que es igual o más productivo conectado desde casa.

En líneas generales, la hiperconectividad ha permitido a muchas organizaciones mantener su actividad durante los peores momentos de la pandemia. Así, la generalización del uso de las TIC en los procesos corporativos se ha acelerado notablemente para dar respuesta a los requerimientos laborales, hasta tal punto que la digitalización, además de permitir una modernización de las operaciones, redunda en grandes beneficios para las empresas, ayudándolas a reducir costes, a innovar (mejor y más rápido), preparándolas para hipotéticos shocks venideros y apuntalando su resiliencia.

Un par de apuntes pueden ayudar a tener una visión más clara de los recientes avances en materia de digitalización emprendidos por las empresas de nuestro país. Según datos de un estudio de la multinacional Salesforce, cerca de un 70% de directivos de grandes corporaciones afirma haber implementado algún tipo de transformación tecnológica en días de pandemia. Por otro lado, el informe ‘Economía Digital en España’ de Adigital y Boston Consulting Group señala que, con anterioridad al estallido de la crisis, la economía digital rondó el 19% del PIB nacional en 2019, un dato que nos posiciona por encima de la media de la mayoría de los países del mundo. Una invitación, sin duda, a continuar trabajando en esta dirección.

De este modo, la transformación digital ayuda a superar las múltiples disrupciones causadas por el coronavirus, al tiempo que sirve de trampolín a las empresas para catapultar sus negocios a través del uso de las TIC.

En estos últimos 12 meses, la gran mayoría de organizaciones han descubierto cómo las interrupciones y la falta de seguridad y certeza causadas por la crisis son amenaza y oportunidad al mismo tiempo. En su mano, la posibilidad de continuar reinventando sus modelos de gestión con el fin de lograr que surjan formas de trabajo que, asentadas en la innovación, en lo digital, en el compromiso y la cercanía, estén alineadas con la nueva realidad imperante.

 

 

 

Autor: gobertia.com

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