La alta dirección de una compañía en situación de crisis extrema como la que estamos atravesando supone un verdadero infierno para el Empresario o CEO,  máxime, cuando en esa toma de decisiones está en juego la continuidad de la empresa, patrimonio societario y/o personal y por supuesto,  el futuro de los trabajadores que la conforman.

No es tarea fácil a nivel personal conjugar emociones con objetividad.

La Alta Dirección de las compañías tiene un rol fundamental en la gestión de las crisis. En estos periodos de dificultad es necesario que tomen las riendas y adopten decisiones ágiles, que tengan en cuenta el horizonte temporal y hagan sostenible la actividad de la empresa, todo ello en un entorno volátil y cambiante.

La actitud y liderazgo de la Alta Dirección son fundamentales para marcar el rumbo de la organización y que clientes, accionistas, proveedores y empleados perciban que están en las mejores manos para superar cualquier dificultad.

Como hace unas semanas comentábamos, a estas alturas de la pandemia, todas las empresas ya deberían contar con un Comité o Gabinete de Crisis  que establezca la estrategia y defina las actuaciones durante el periodo de emergencia, garantizando que se toman las decisiones de la manera más rápida y acertada posible. Este grupo también debería evaluar los puntos fuertes y débiles de la compañía y de sus profesionales, para ajustar los procesos que se requieran en momentos determinados durante la crisis estableciendo un Plan de Contingencia y Viabilidad.

En la misma línea, determinadas Compañías, optan por  la figura de un Consejero o asesor externo el cual nos puede aportar una visión más objetiva y aséptica que quizás, hemos perdido a consecuencia de la propia situación.

La Comunicación con todos los públicos.

En todas las Fases de desescalada, seguirá siendo fundamental que todas las organizaciones dispongan de un mecanismo de comunicación que les permita mantener la fluidez con sus diferentes públicos, tanto internos como externos, trabajadores, clientes y proveedores.

Las medidas de aislamiento adoptadas como consecuencia de la crisis del Covid-19 determinan que las organizaciones tengan que llevar a cabo iniciativas para facilitar su relación con: sus empleados, para explicarles las medidas y actuaciones, así como para facilitar sus inquietudes y gestionarlas; con sus proveedores, para conocer sus protocolos de respuesta frente a la crisis y el grado de garantías que pueden ofrecer en la prestación de sus servicios; y, por último, con todos los terceros interesados, como autoridades locales y nacionales, inversores, accionistas, reguladores o clientes, con el objetivo de compartir la propia estrategia de respuesta para mantener su confianza y gestionar sus expectativas.

Mantener los servicios críticos.

La crisis provocada por el Coronovirus, está poniendo a prueba la capacidad de mantener la continuidad de negocio de las compañías, al afectar de manera significativa a uno de sus activos fundamentales, como son sus empleados.

Las organizaciones que cuentan con Plan de Contingencia y Viabilidad de negocio es probable que tengan identificados sus servicios críticos y las estrategias de respuesta en caso de indisponibilidad de sus empleados.

No obstante, aunque se cuente con estos planes, es posible que sea necesario dotarles de mayor flexibilidad y efectuar análisis más exhaustivos, ya que en muchos casos se han visto superados por una realidad que no habían contemplado a la par de ejecutar las tareas a nivel financiero de obligada revisión con tal de dar oxígeno (liquidez) a la Empresa a corto plazo.

Anticipación a los escenarios.

Durante estos meses, hemos visto como la velocidad de evolución de los escenarios para muchos sectores de actividad ha sido tremenda. De la noche a la mañana, muchos negocios se vieron obligados a cerrar sus puertas y, con ello, su acceso a la liquidez.

Llegados a este punto, ya deberíamos haber hecho los deberes y tener respuestas a preguntas tales como: ¿cuánto tiempo puede aguantar la liquidez de la organización?; ¿cuáles de las medidas del Gobierno pueden ser eficaces para mejorar la situación?; ¿cómo gestionar vías de liquidez adicionales?; ¿qué medidas se pueden pactar con el ecosistema de la organización para tener mayor resistencia?, así como otros aspectos vinculados con la cadena de suministro y la planificación de la demanda.

Toda crisis conlleva un conjunto de oportunidades, por lo que es importante estar atentos a cómo estas se pueden aprovechar. Para ello, es fundamental efectuar una reflexión en relación a la actividad de la organización, analizar la tecnología para la atención al cliente, el comercio electrónico o la contratación no presencial de productos y servicios, lo que puede suponer un impulso definitivo en las estrategias de digitalización de las compañías. Por último, es aconsejable establecer un mecanismo de vuelta a la normalidad con las mayores garantías posibles y que minimice los riesgos. 

Escenario Post-Crisis.

Una vez superada la situación de crisis, la organización debe salir fortalecida. Para ello, es necesario extraer un conjunto de lecciones aprendidas durante el periodo, y que se puedan poner en práctica en futuras ocasiones.

Además, se deben actualizar modelos, planes y protocolos de gestión de crisis y sensibilizar y formar a los empleados sobre estos planes en un entorno estable y de normalidad. Por último, es importante reflexionar sobre los órganos de gobierno y su actuación durante la crisis.

Con todo ello, se deberían enriquecer los planes de continuidad de negocio incorporando escenarios hasta el momento no considerados.

La vuelta a la normalidad y la capacidad para surgir con mayor fuerza dependerá, significativamente, de la confianza que las compañías se hayan ganado en la gestión de la crisis.

Desde Lazarus, analizamos la situación, tomamos las riendas desde la responsabilidad. Le aconsejamos, asesoramos y acompañamos en la toma de decisiones. Negociamos y gestionamos “sin paños calientes” para dar viabilidad a la compañía o en su defecto, para minimizar los daños hacia el resto de patrimonio de los administradores, socios y grupos de empresa.

 

Fuente: Lazarus Management y Fernando Picatoste, Socio de Risk Advisory en Deloitte

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